miércoles, 4 de julio de 2007

WATCHMEN


Las artes tradicionales siempre cuentan con una serie de obras representativas de cada área, que trascienden gustos personales o escuelas estilísticas. Ejemplos pueden ser La Gioconda en pintura, la 9ª Sinfonía en música o El Quijote en literatura. Incluso el cine tiene su Ciudadano Kane, pero, ¿que ocurre con el cómic, el arte secuencial?. Aunque existe un puñado de obras clasificadas como clásicos imprescindibles (Little Nemo, Las aventuras de Tintín o Akira), ni siquiera todos los críticos tienen una postura unánima en cuanto a la trascendencia de las mismas. El arte del comic aún no posee mitos, siendo casi tan antiguo como el propio cine. Las razones, que pueden ser por su escasa formalización, su heterogeneidad o su nefasta imagen popular, son digna de un estudio profundo, que no tiene lugar aquí.
Sin embargo, si fuésemos a buscar una obra que, en mayor o menor medida, sea clasificada como genial por cualquier crítico que la conozca, ya sea un fanático del cómic norteamericano, europeo u oriental, ésta podría ser Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, publicado a mediados de los 80 por la editorial DC Comics y reeditado por PLANETA DE AGOSTINI ESTE AÑO.

Si tengo esta gran joya en mis anaqueles es porque mi gran amigo Tomas Hijo tuvo a bien regalarmela por mi cumpleaños el pasado 28 de abril.

Por otro lado me gustaría compartir estos comentarios con otro gran amigo y compartidor de series, fanático del comic y WATCHMEN: Carlos Palomar (que en breve vereis en alguna de las fotos históricas)

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