Cuando tenía unos 10 años aproximadamente y estaba malo en la cama recien operado de anginas, recuerdo ver aparecer a mi madre por la puerta de mi habitación con una bolsa de una tienda de maquetas que había en Salamanca que se llamaba MOYA, el nerviosismo, la excitación y la felicidad que me produjo sacar de la bolsa esa caja blanca, con dos estrellas y una ilustración con un tanque alemán en ella, me quitó el habla mas de lo que las anginas habían conseguido.
Me tiré mas de tres horas viendo cada pieza del bastidor, leyendo las instrucciones y con unas ganas enormes de que llegara el día siguiente para coger mi pegamento supergen y ponerme a montarla (en ese momento las pinturas y la perfección brillaban por su ausencia en mi cabeza).
Años después y coincidiendo con un viaje a Japón invitado por la misma empresa Tamiya para presentar los productos de mi empresa allí, tuve la oprtunidad de conocer al presidente de Tamiya en persona: Mr Shinwaku Tamiya. Tipo afable, serio, ilustrado y muy profesional. Coincidió que le gustaba el golf y hablamos como una hora de palos, recorridos, etc. Terminamos tomando una copa en el hospitality room del hotel en Shizuoka. por cierto, me regalo su biografía firmada y dedicada: apasionante.
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